La hermana Nora Nash y sus compañeras
franciscanas han econtrado en el activismo accionarial una manera de lograr que
sus opiniones sean escuchadas en las grandes empresas adquiriendo
participaciones de empresas para intervenir en sus juntas de accionistas. De
esta manera, por un coste relativamente bajo, se tiene la posibilidad de hablar
cara a cara con aquellos que toman las decisiones contra las que se quiere
protestar, a menudo personas que preferirían no tener esa conversación. En
España ya ha ocurrido en las
juntas de BBVA por parte de organizaciones cristianas en contra del mercado
de armas y en las de Repsol
por parte de Intermon en defensa de los indígenas del Amazonas.
Su congregación escoge a aquellas empresas que en su
opinión actúan de manera irresponsable o inmoral. Para tener poder de influencia,
adquieren una cuota superior a 2.000 dólares, el mínimo que la ley americana
exige a un accionista para poder presentar resoluciones corporativas al consejo
de la empresa. Una vez ya son accionistas tratarán de dialogar con la empresa;
pero si no lo consiguen, presentarán una resolución. Las resoluciones son unos
documentos que incluyen las demandas de quien las presenta, y que deben votarse
en el consejo de accionistas de la empresa. Si la propuesta fuera apoyada, la Comisión de Valores de
EE.UU. la revisaría y la empresa se vería obligada a incluirla en su informe
anual.
Muchas compañías deciden que es mejor dialogar con la
congregación que discutirlo públicamente dado que con su autoridad moral, las
monjas acaparar una enorme atención. Algunos de sus éxitos fueron una campaña
para que Wal-Mart dejara de vender videojuegos para adultos o lograr que la
petrolera Chevron informara sobre el impacto medioambiental de los métodos más
utilizados en Estados Unidos para extraer gas y petróleo.
Las Hermanas de San
Francisco no son las únicas voces religiosas que se alzan contra los grandes
negocios. Para continuar con su activismo accionarial se han unido a otras órdenes,
como las Hermanas de la
Caridad de Santa Isabel o las Hermanas de San Domingo de
Caldwell, ambas en Nueva Jersey. Junto a muchos otros grupos de distintas
creencias (judíos, cuáqueros, presbiterianos…) se han unido en el Centro de la Fe para la Responsabilidad
Corporativa, e incluso el Vaticano ha condenado “la idolatría
de los mercados” en una encíclica reciente.
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