Una reciente reforma legal ha derogado los blindajes en las
empresas que limitaban el número de votos que podía tener un único accionista.
A partir de ahora se cumplirá la equivalencia que una acción corresponda un
voto. Sus defensores estiman que es la fórmula más democrática haciendo un
paralelismo de un voto por una persona de las elecciones políticas. Pero
realmente en dichas elecciones muy pocas veces se produce esa equivalencia. En
la mayoría de países las elecciones tienen diferentes métodos para ponderar el
voto. Así se establecen circunscripciones geográficas, límites mínimos de votos
para lograr o segundas vueltas en las elecciones.
Como bien explican Dan
Airley o Thaler y Sunstein, las decisiones dependen mucho de cómo se
planteen o lo que lo mismo las respuestas siempre están influidas por cómo se haga la pregunta como se expuso
en el post ¿Sabemos
lo que queremos? Por eso debemos reflexionar que si ningún país ha
organizado su toma de decisiones por el simple método de una persona, un voto
tal vez sería necesario introducir algún sistema de ponderación en el voto de
las juntas de accionistas.
En el post Blindajes
y propiedad de la empresa se exponía que las limitaciones de voto obligaban
a que la toma de decisiones tuviera un mayor grado de respaldo que el simple
51% y protegía los intereses de los accionistas minoritarios de la misma manera
que las reformas constitucionales requieren de un mayor consenso que la
validación de reales decretos.
Otra opción es otorgar un privilegio de voto para los accionistas antiguos,
es una de las propuestas recogidas por el Informe
del Grupo de Reflexión sobre el futuro del Derecho europeo de sociedades,
destinado a orientar la futura actuación normativa de la Unión Europea en la
materia.
Un caso interesante el de la empresa Muddy Waters, cuyo negocio consiste en apostar a la baja en acciones de determinadas empresa de las que luego desvela sus fraudes y contabilidades falsas. Así lo ha hecho con varias compañías chinas. Se trata de una empresa que logra una retribución por un trabajo que deberían hacer los accionistas, supervisar la gestión de la compañía en la que invierten.
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