
Curiosamente Mandeville defiende que los vicios individuales general una virtud colectiva. Así el orgullo crea la demanda de productos suntuosos que generan riqueza y puestos de trabajo. La envidia aumenta la laboriosidad de aquellos que quieren imitar las riquezas de los más pudientes. Y la adulación es la mejor herramienta para incentivar el comportamiento recto.
Recordando la pirámide de Maslow, en la fabula de las abejas nos cuenta que el hambre, la sed y la desnudez son los primeros tiranos que nos hacen mover; después el orgullo, la pereza, la sensualidad y la veleidad nuestras son los grandes patronos de las artes y las ciencias, de las industrias, oficios y profesiones; mientras que la necesidad, la avaricia, la envidia y la ambición, cada cual en la clase que le corresponde, son los capataces que obligan a todos los miembros de la sociedad a someterse, la mayoría alegremente, a la rutina propia de su condición.
Ante los beneficios que proporcionan estos vicios a la sociedad en general, ¿podemos seguir catalogándolos así?
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